sábado, 20 de noviembre de 2010

POST FIESTUM

A veces pasa que no puedo evitar sentirme amenazada por la edad a la que pertenezco y de la cual cada vez me siento menos parte. Trato de combatir contra las reglas de la social estructura y me parece que la envoltura patética de la juventud en éxtasis me pasa por la garganta, llegando a la ácida cueva de la bilis. Cuesta entender si todo es parte más bien de mis propios miedos y la autoflagelación de la menos querida Caro.

Pero no soy estúpida, siento, percibo y llego a conclusiones que pesan mucho más de lo que quisiera.

Es tan necesaria la atracción hacia un lado como hacia otro, sentirse tan increíblemente atraído por el sexo opuesto o por el mismo, es tan natural como urgente el que exista una persona, ser, quimera o experimento que no me haga el feo y que contemple mi belleza aunque sea la intelectual, espiritual y ya si se pone guapo, la física.

Se busca roto para descocida. Créanme, no quisiera firmar así mi epitafio.

Confío que el camino tan hermoso por este capítulo que es la vida, me tiene una sorpresa, ignoro si es de la talla M ó F, pero sólo intento demostrarme que puedo dar y que el egoísmo no está a prueba.

Desisto cada vez que me enfrento a esta masa de hormonas masculinas en busca del coito barato y pasajero.

No quiero ser carne en oferta para los buitres, pero me lleno la cabeza con demasiados porqués y cómos que incomodan y me dejan en un trance chaquetero que se acentúa al ritmo del pum pum pum de una música vacía y una luces intermitentes tan presuntuosa que da vergüenza sólo el hecho de ser iluminada por ellas.