domingo, 7 de agosto de 2011

Encuentros subterráneos del tercer tipo.


Esos amantes subterráneos que se comen a besos, ante los ojos de las multitudes, sin pudor y sin prisa, en los pasillos más transitados, donde el aire se hace menos y el calor de la tierra se concentra abrazándolos en una especie de comunión. Ellos nos demuestran que no hay mayor prisa que la de llegar al placer más profundo de lo prohibido, ese que pemanece vigilado por las miradas juiciosas. Su amor puede ser efímero y pasajero, pero tan casual y repentino como el punto de encuentro entre dos direcciones opuestas. Ocurre entonces que el tiempo se detiene para fundirse en un beso interminable. Encuentros subterráneos del tercer tipo, donde el pudor no alcanza a llegar, pues se queda resagado entre las multitudes. Parejas que hacen el amor sin hacérselo y que nos dan una lección de amor para los que corremos en busca de él, sin detenernos un segundo a verlo pasar frente a nuestros ojos.

miércoles, 29 de junio de 2011

Who is Caro? in spanglish

1. How would you describe your work in three words?

Adictivo posesivo pasional

2. Who is your creative role model?

Los niños

3. If you had an extra hour each day what would you do with it?

Ver perros jugando en el agua.

4. What place in the world most inspires you?

Las carreteras

5. If you could do a different job for a day what would it be and why?


Cuenta cuentos.

6. What is your favorite homemade gift to give?


Dibujos.

7. What is your favorite object in your home?


Un Quilt de muchos colores en forma de reguiletes.

8. What is the best advice you’ve ever received?


Divertirse trabajando y lavarse las manos antes de comer.

9. What websites do you use for inspiration?


Stumble Upon

10. When do you consider a piece of your work complete?


Cuando después de dejarla reposar una noche, despierto y me gusta.

jueves, 26 de mayo de 2011

La marca del once:once


Me persigue en todos los relojes y en las fechas.
Dicen que son ángeles.

martes, 10 de mayo de 2011

INCONGRUENCIA

Invadidos por los males de la sociedad, sobria diligencia del tuerto homicida y la real congruencia del destino, compactado por los insultos de un vientre desmedido cogido por la inexactitud.

Gritos de celo.

Gatas marca siamés dirigen la orquesta de la escena en que la luna se vuelve conejo.

Amantes contoneados y condenados cumpliendo la desgracia del queso fundido.

Una palabra llevó a los viejos, carcomidos por el viento, a forjar la angustia de sus días.

Arrugados cuerpos de acero cargando con los muslos destruidos.

La abuela anciana no siente nada y el abuelo voltea a las barbas de los jovencitos.

Las canas, los magos, las hadas y los corajes de una época en que el oro valía para pura madre.

Vengan los gritos que nos lloren la salida.

Abandonar un escrito no me llevó nunca a nada, las vocales, los acentos, los puntos, las comas, la popocita que se queda en moho.

Terribles las palabras que en la “H” sacan nada.

Un sonámbulo para las casas de la insomnia brujería.

Llénense la boca de lodo y vomiten tierra para sus macetas.

Hablando del día, me encontré esto entre los archivos del pasado.

domingo, 8 de mayo de 2011

AL ESCRITOR QUE ME BORRÓ DE SU PÁGINA

(Escrito hace algunos ayeres, cualquier parecido con la realidad, agárrense los pantalones.)

A un tal escritor le apasiona ser el protagonista de sus propias novelas dramáticas,
estimula sus versos con principios egoístas y sufrimientos provocados.
La arrogancia me deja un aprendizaje colmado de porqués y cómos.
Deja que fluya y no hagas de tus líneas la burla de los actores de tu pobre cuento.
Sueña en historias y provoca el guión con criaturas menos sensibles.
Mi corazón de trapo se siente apestado y exprimido.
Ojalá que tuviéramos a la mano el fin de esta historia y cambiáramos a otro género más divertido, con tal de dejarte estancado en el dramático ensayo de tu puerca alma ególatra.

viernes, 11 de marzo de 2011

El monstruo se mueve


Llora y se inquieta
Se altera.
Nos quita el sueño
Porque él no lo concilia.

No es cruel,
Es solo un gigante de tierra y agua
Que sufre en silencio
Y que cada tanto nos pide
Que lo miremos.

Somos huéspedes de sus ramas
Y él, el mejor anfitrión.
pero hoy más que nunca
nos recuerda que somos de papel.

Con dedicatoria a Japón pero también a nuestro hermoso y herido planeta.

martes, 15 de febrero de 2011

DE CUANDO ME ROMPIERON EL CORAZÓN DE BALÓN

Todo empezó un 11 de junio de 2010, cuando tras 4 años de impaciente espera y como toda una novia tricolor, me desperté al cuarto para la hora de la inauguración de la Copa del Mundo. Con ojos de topo, a tientas, pero con el corazón encendido, me vestí de guapa para mi hermosa y adorada selección. Mil trecientos pesos de inversión en un out fit mundialero, a precio de “La negra que escasea, dásela cara a la güera”. Y fue así como firmé condena, de lo que se convertiría en otro capítulo más de la tragedia de amor, dolor, decepción, llamada Caro y su selección. En medio de un ambientazo de hogar, a base de café cargado, comenzaron a sentirse las palpitaciones de mi sistema nervioso, corazón en modo turbo y uñas para llevar comiendo, no sin antes abrir garganta con uno cuantos cocteles de endorfina y una pizca de adrenalina que me dieran fuerzas para gritarle a las dueña de mis quinielas, prosa sin censura a lo largo de 90 minutos de profunda agonía.

Y cuando menos lo esperaba, la seductora de seductoras, Doña Esperanza, se hizo presente, haciéndome caer rendida ante las palabras mágicas del Sí se puede. Porque lo hermoso de este corazón mexican pambolero es que sabe olvidar y cada Mundial espera que el amor más pasional sea consumado en la cima de la fe, esa que mueve montañas, mercados, países enteros, dólares, euros, pesos y demás monedas susceptibles a la venta del pueblo.

Ahí estábamos, yo y ese corazón que se salía por el pecho, que sentía que le arrancaban el alma a cada tiro, porque cada patada, cada error, es un pedacito de dolor que hace de esos partidos un placer sadomasoquista, sólo comparable con nuestro amigo, el chile habanero.

Y qué sensación cuando cae el primer gol, cuando caes vencido por el peso de la historia y cuando, encima de todo, los africanos se toman el tiempo para hacernos el baile de la vergüenza.

Aún con minutos de sobra para empatarles a los anfitriones, la selección hace lo suyo y tras pequeñas descargas de impotencia, ataca Don Papi Márquez con toda la furia, desplazando una de sus extremidades y concretando la jugada del gol para lo nuestros. Llega la primer descarga nerviosa pasando por cada una de las fibras de la felicidad: gritos, júbilo, mandíbula dislocada, pelos en punta, muslos apretados y cuerdas vocales haciéndola de bubusela humana.


Después de eso, la mirada es otra, el café pide convertirse en chela y los molletes en taco placero.

Así fue como culminó el primer partido, con un resultado que se antojaba injusto, pero al mismo tiempo misericordioso. No ganamos, no perdimos, solo cumplimos. Y mi corazón, ahora más de pollo, se derretía ante las repeticiones de ese gol que hizo valer los cuatro largos años de espera.

Conforme los días pasaban la expectativa se hacía cada vez más gorda, gracias a millones de mensajes vía intravenosa de todos los medios que se encargaron de introducirnos en un sueño opiáceo de guerreros aztecas conquistando tierras sudafricanas.

Al final, como si se tratara del décimo tercer episodio de la saga del heroico cuerpo de pamboleros, acabamos por aventarmos una vez más el drama de una película más donde pasa todo pero al final no pasa nada y donde después de todo te descubres como novia dejada, sudada y engañada una vez más por los espejos de la pasión de un sueño mexicano herido que solo se cura agregando unas gotitas de tequila con limón y sal.