lunes, 20 de agosto de 2012

Sí que existe el amor.

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Si existe el bueno. Ese que se siente en lo más profundo de la tráquea.

Que ahoga.

Ese que tiene forma de suspiro y que te dibuja una sonrisa constante, como de esperanza, de sueño insomne.

Si, sí que existe.

Pero como en todo, el monstruo se defiende apestado por el basto conocimiento de lo que cree ser.

La criatura empapa su carne en razón y ahoga al corazón en una especie de músculo superviviente.

Si lo recuerdo es como si me recordara en otra persona. Los rasgos de inocencia  me rozan como brisa las mejillas.

Cómo quisiera saber cómo  es estar enamorada como lo estaba en esos primeros días de adolescencia.

Y cuando me lo pregunto.

Esto es lo que me respondo:

Amar es creer ciégamente.

Amar es admirar al otro sobre lo que tú no eres.

Amar es dar por instinto natural, por que alimentando su felicidad, tu te haces un mejor ser humano.

Amar es encontrar en la Mirada del otro la respuesta al porqué en ese momento y en ese mismo lugar.

Amar es quererte en él.

Yo no amo. Y amaría profundamente volver a hacerlo.