martes, 30 de marzo de 2010

PRINCESA PATA GRANDE

Érase una vez,  en el maravilloso reino de las princesas, en el edén de las nenas fashionfabulantásticas, tuvo a bien nacer una pequeñita que de pequeñita tenía sólo la edad. Su nombre: Ana Carolina, la princesa de pie grande.

 

Bendito o maldito el día en que decidí que ser mujer estaba pocamadre, que mi etapa de jugar a las barbies pasaba a un segundo nivel, no menos divertido pero sí más caro; en donde consigues elevar tus sueños de criatura inocente a las fantasías más crudas de una mujer  hecha y deshecha por al arte de espejito-espejito. Para eso me gustabas condenado, refleja mis fantasías que soñar no es pecado.

 

Y es que ¿Quién dice que las niñas grandes ya no juegan a las muñecas? Si al crecer seguimos en el quita-pon-peina-pinta de nosotras mismas, las muñecas de carne y hueso, escala uno a uno. Dejamos de soñar en chiquito para seguir soñando en grandote. Tres horas de rutina frente al espejo: sume panza, endurece nalga, para trompa, saca bubbie y todo acompañado de las fantasías más bochornosas que hacen de este juego la travesura más inocente de nuestros días.

 

Sin embargo, llega un día en que después de tanto soñar las más ridículas historias de auto amor, te das cuenta de que ya no puedes jugar más a ser perfecta. Abres los ojos y enfrentas la realidad, buscando en cada aparador la gran oferta del cuerpo escultural de nuestra Miss Estereotipo de la Belleza, Barbie. Esa cabezona con medidas perfectamente desproporcionadas pero tan universales como para permanecer en el gusto de las niñas cursis y los niños precoces.

 

Despiertas y ni cómo cambiarte por otra más lacia, menos china, más flaca, más alta. Hay que despertarse cada día y enfrentarse con la muñeca que eres, como salida de una empaque nuevo o recién rescatada del olvido, completamente desnuda e indefensa y con las medidas de unos fabricantes que tuvieron a bien hacerte con un número de serie único e irrepetible.

 

Y es ahí donde el juego, se complica, venimos de  hacer berrinches porque alguien nos ganó la muñeca más linda de la caja, a hacer berrinches por ser quien somos. Y este no es un trámite que se pueda negociar con un helado de chocolate. Es aquí cuando cada quien tiene que lidiar con sus defectos de fabricación.

 

A mí se me hizo fácil crecer y crecer y crecer. Dentro, fuera y por los siglos de los siglos. Y  más allá de no encontrar un príncipe que me alcance o que esté por lo menos a la altura de mis ojos, no encuentro unas zapatillas que me ajusten.

 

El arte de la búsqueda de calzado, lejos de ser mi actividad favorita, la encuentro frustrante. Y todo gracias a que calzo de un número con el que la media promedio cruzaría el atlántico. Hola, soy Carolina y calzo grande. ¡Hola Patolina!

 

Tienda tras tienda me encuentro con vendedores, con los que invariablemente practico las siguiente conversación:

 

YO: ¿Hasta qué número tiene estos?

 

VENDEDORA: ¿Cómo qué número buscabas amiga?

 

YO: 27

 

VENDEDORA: Uyyyyyyyy nooooooooooooo!!

 

Acto seguida, yo dejando los lindos zapatitos y ella dándose media vuelta como diciendo, a éste pobre monstruo ni cómo ayudarle.

 

Afortunadamente tengo la suerte de que existen lugares como Zara, Pull&Bear y Nine West que llegan a concederme un par de lanchas, entre sus surtidas mexican tallitas  y si corro con suerte hasta llegan a poner en oferta las zapatos de tallas extras, puestos en exhibición, dando fe y legalidad de un caso más de Rippley.

 

Todo esto, sin mencionar  que el tacón y yo no somos amigos. Las plataformas me odian y cada que pueden me expulsan y me muestran el lado más denigrante de la moda que no te acomoda. Por eso cada que visito una tienda y vuelvo a jugar a vestir a mi muñeca preferida, la imagino con un par de zapatillas de tacón con ajuste perfecto, pues soñar es el accesorio que invariablemente viene de regalo en los días del choping. Porque ni la falta de dinero te impide soñarte vestida de seda, ni la sobra de pata te impide tomar las zapatillas más diminutas y soñarte caminando sobre ellas.

 

 

 

 

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