miércoles, 4 de enero de 2012

SANBORNS O LA RED DE CAGADEROS MÁS GRANDE DEL MUNDO.







“Cuando vas al baño de Sanborns es porque seguramente te vas a echar la peor caca de tu vida” G.S.


El siguiente ensayo, fue arrojado gracias a las inspiradoras experiencias de varias nalgas. Por su libertad de expresión y porque la congestión nunca de los nuncas les coarte la libertad, te rogamos Charmín.

Lugar de lectura recomendada: En el trono.

Lugar NO recomendado de lectura: En medio de una comida familiar, donde el platillo principal sea el frijol bayo.


“Si vas al baño a Sanborns es porque es eso o te cagas”, hermoso y profundo pensamiento extraído de una de esas pláticas de sobremesa que por alguna u otra razón siempre terminan en el mismo tema. Como si con estas bellas palabras arrulláramos a nuestro sistema digestivo, y lo guiáramos para que acompañara nuestros desechos por el camino del bien.

Cuántas experiencias escondidas entre los azulejos de este clásico familiar, más conocido por su cagadería que por su dulcería y en donde más de uno ha vivido en nalga propia la experiencia maravillosa de la liberación del topo. Ni el propio Carlos Slim se hubiera imaginado que su gran emporio diera para abastecer un trono para cada uno de los millones de mexicanos que han encontrado ahí el oasis salvador en medio de calles, avenidas, plazas, y demás centros donde se reúnen miles de defecadores en potencia cada día de los 365 de todo el año.

¿Será que el surtido rico de revistas para todo tipo de cacoinómanos, es el input más poderoso para preparar esfínteres, antes de realizar tan preciado ritual del hágome del dos?

¿O será la secuencia de imágenes de cada página y el olor que de ellas emana, lo que inspira hasta los más estreñidos a realizar el ritual más ancestral del ser humano en el que nos encomendamos al dios del tránsito nunca lento?

Sólo Sanborns, donde sólo cago. Porque los hay aquellos que han perdido toda suerte de discreción y van directo al baño sin haber comprado un solo chicle. Eso sí, a paso firme-apretadito. ¿Izquierda? ¿derecha? ¡¡¡¿abajo?!!! Ni siquiera hizo falta la finta de Voy-veo-me-hago-pendejo, pues años de experiencia en el ámbito los han hecho acreedores a la medalla de cliente cínico distinguido.

Ya lo decían nuestras abuelitas: El water no se le niega a nadie. Pero eso si, aplican restricciones en sucursales con alto flujo de personas, fabricantes a mayoreo y bajo estrictos estándares de calidad en materia de la sustancia café.

Tal fue el caso del Sanborns, ubicado en el corazón de Coyoacán, donde cualquier tipo de fauna social se hacía llegar. Estaban los turistas que hacían su recorrido obligado por los típicos contenedores hechos a la medida del free style; los darketos que dejaban ir su dark side al suicide y hasta los hippies que ponían sus productos orgánicos a las orden del olfato público.
Eso, al paso de los años, se volvió el sitio más popular y respetado por las nalgas propias y ajenas. Tanto fue el éxito que tuvieron que contratar a un cadenero que sería el encargado de elegir quién era digno de posar sus nalguitas en el trono más cotizado.
Con ticket en mano, se oía: "Somos dos, en calidad urgencia sanitaria”
Y así, después de una revisión exhaustiva de ticket, procedían a dar paso al parque acuático del rollo. ¿Lo de siempre jóven?¿Rollito sencillo o doble?
¿Quiere algo ventilado o busca algo más discreto?

Una vez dentro del baño, era común como lo es hasta ahora, ver a esos seres que habitaban entre los azulejos y que surgieron de entre el moho. Aquellos guardarayas a los que sin duda hay que reconocerles la gran labor que desempeñan al soplarse el huele a pan de los defecadores más tóxicos. No por nada han agudizado esas facciones de huele-pedo que pasarán por generaciones a los nuevos inquilinos del asilo de la caca.

Pero no todo es color café, existe el lado rosa: el de las cremitas, los peines, el perfumito y toda suerte de joterias que nuestros respetables han ido sumando a su altarsito de los centavos. Uses o no estas bellezas de la higiene personal, nunca está de más recompensar su labor y de paso hacer que de entre esos peculiares rasgos de huele pedo se asome una sonrisita. Tal transformación acaba por parecerse más al rostro del estreñimiento, osease: a la de a huevo. Pero a ti termina por dejarte con la conciencia y el culo tranquilos.

Así que la próxima vez que vayas al baño de Sanborns, coopera con algo más que con tus sobras.

Y si aún sigues sentado esperando el acto milagroso pero tienes las fortuna de estar en un Sanborns, mira justo frente a ti, donde hay una lectura esperándote en la puerta que te amenizará los últimos minutos de parto.

1 comentario:

  1. WOW! Como me hizo reir éste ensayo Caro... Está genial. Gracias por las risotadas que me causó tu genial forma de contarlo. :)

    ResponderEliminar