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Si somos cómicos, hagamos reír.
Si somos doctores, curemos.
Si somos vendedores,
vendamos.
Si somos publicistas,
vendamos de forma llamativa.
Si somos cualquiera de las
anteriores, seamos felices y dejemos el arte para los que mejor saben hacerlo.
¿En qué momento la publicidad
se convirtió en el altar del ego y dejó de ser algo divertido para quien lo
hace?
Amo la publicidad pero me
cagan los roedores que la envenenan con críticas de juzgado penal, artistas
frustrados. Amén.
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