martes, 1 de septiembre de 2009

QUERIDO MAICOL, DOS PUNTOS.



1 de septiembre, 2009

A dos meses de que nos dejara el buen Maicol, tras un profundo y sentido Auuuuuuuuuuuuuuuuu, las calles del Distrito Federal se vistieron con los mejores representantes de su especie a lo largo y ancho del territorio nacional para comenzar un hermoso ritual patrocinado por gorditas de carne viva y puestos de fritanga.

Todos fuimos parte de la celebración de un cumpleañero fantasma, una fiesta en la que no hacía falta invitación, Nomás por el hecho de ser mexicano. Al fin y al cabo, así juntitos ni quién se pusiera al brinco; además,  ¿cómo íbamos a faltar si se trataba de hacer bulto y de paso hacer historia?

Ese día quedó más que claro que para ser machos, primero hay que ser muchos o mejor dicho, cómo que  la pena ahorca, pero como que la multitudes también deshiniben, gracias al fenómeno del mitote.

 El Monumento a la Revolución fue el escenario perfecto para miles de zombies a los cuales poco les hacía falta el disfraz; para maicols, maicolsitos y maicolsitas que jurábanse ser los próximos reyes del pop, mientras otros tantos interpretaban su papel de “El  artista del día” tomando la foto casual con su mega ultra celular guonderful de la tec tec.

Todo fluía en una celebración donde se vivía una especie de comunión en la que se intercambiaban flashes por sonrisas. Tomar una foto a un perfecto desconocido con atuendo de Maicol o zombie era la forma de trueque más primaria y tierna, después de la de dar y recibir de los enamorados.

Y ahí, entre las multitudes, el alma caritativa del difunto no se dejó extrañar. Su mano se extendía a través de cada una de las manos que compraban cualquier chuchería en el bazar del desempleo, en la kermés de los corredores de chuleta.  Era  la  mismísima encarnación en vida de las almas fanáticas deambulando entre nieves de mamey, esquites, algodones, souveniers del Maicol,  maestros del moon walk, vende cigarros de a peso y hasta amas de casa con niños en mano, vendiendo lo que fuera con tal de sacar pa’ la leche.

Esa tarde todos ganaron: los medios con  la nota; los vendedores ambulantes una luz en el camino de los ahorcados; los curiosos, una anécdota más que contar y los casi 13,000 que bailaron, un pedacito en el cielo de la fama, gracias a que jugaron a ser por unas horas el hombre más famoso del mundo.

Y eso es algo que se quedará firmado para la eternidad en el paraíso de las cyber-memorias colectivas.

http://www.youtube.com/watch?v=WBbXQAPYR6Q


Quirarte, Carolina.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario