lunes, 16 de noviembre de 2009

BYE TOÑO


Otra muerte expulsa del juego de la vida a un futbolista, le saca la tarjeta y lo condena en la banca de las almas en pena o al camino de los afortunados. A los 31 años, muere de madrugada y en tierra griega el ex delantero del futból mexicano Toño de Nigris, víctima de un infarto.

Lo sorprendente de la muerte de un deportista es que a lo largo de la historia se ha caracterizado por llegar de formas especialmente inesperadas: accidentes de auto, desvanecimientos repentinos en medio del juego e incluso suicidios. Debo aceptar que lo que me sorprende más es darme cuenta de que el hecho de ser deportista no garantiza una longevidad impecable, pues a pesar de que es una carrera en la que el cuidado del cuerpo es parte esencial para el desarrollo profesional, también es una carrera que encierra frustraciones, pérdida de libertad y en menor o mayor grado lucha de egos. Egos que tienen lugar a partir de que se cobra un sueldo, basado en partidos ganados, goles, patrocinios, pero sobre por la felicidad repartida entre miles de aficionados urgidos de un héroe que los saque de su antagónica realidad. Esa a la que muchos no se atreven a voltear a ver.

Por eso creo que el fallecimiento de un deportista pesa de una forma tan diferente, pues nos demuestra que los héroes, irónicamente, caen del cielo; que la fuerza, el ímpetu y la lucha finalmente se ven derrotados por la huesuda muerte, dejándonos solos a la espera de nuevos héroes que le pongan un poco de condimento a la vida.

 

 

 

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