Palillos en la boca, corbatas bañadas en salsa, paso lento, caminar torpe, espíritu burócrata y somnolencia colectiva, es apenas un reojo hacia la especie oficinista en peligro de extinción. Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) arrojan que la tasa de desempleo en México llegará en 2010 hasta un 6.9% de la Población Económicamente Activa (PEA), superando la tasa del 5.7% de este año.
En cuestión de meses, las grandes empresas tendrán que prescindir de aquellos puestos que les representen un lujo innecesario, la filosofía del -menos es más- será el regalo de las mama empresas, a dedazo o a conciencia, será inevitable caer en la ola de desempleo que se eleva ante nuestra narices y de la cual hay que lograr salir para evitar ahogarnos en el profundo mar de los desechos del motor económico. Así que este año tendremos que poner toda la fe en las doce uvas para que nos haga la buena regalándonos la posibilidad de seguir contando con un empleo digno de ser remunerado. Sin embargo, nuestro destino no se asegura con lo jugoso de las pequeñas frutitas, digamos que esa es la parte romántica de un final de cuento navideño. La gran responsabilidad cae en los propósitos, esos que muchos optan por decir de dientes para fuera, aquellos que creemos hacer valer sólo por decirlos. La gran hazaña es llegar a la meta de cada uno de ellos. Así que más nos vale dedicarle un buen número de propósitos al rubro de supervivencia laboral y estar ahí para cumplir al pie de la letra con nuestras propias palabras.
1. Ser jefe, dueño o empleado del año.
2. No dejarte llevar por un reloj mediocre que marca la hora de comida y la de salida.
3. No dejar que tu cerebro trabaje en automático y apenas cambiar de velocidad cuando una situación difícil arriesgue tu trabajo.
4. Dar más de lo que te piden
5. Hacerte indispensables en el trabajo
6. Ser bueno en cosas que vayan más allá de tu propia especialidad.
7. Volverte el nuevo y auténtico multifuncional Human XO+.
De poco sirve alimentar una vida cómoda, pues al final ni ésta misma la tenemos asegurada.
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